martes, 10 de febrero de 2009

La tradición clásica

La tradición clásica no es otra cosa que la influencia ejercida por parte de la civilización grecolatina en una gran cantidad de ámbitos a lo largo de la historia aunque hoy día aplicamos dicho término a las artes: pintura, arquitectura, escultura, literatura, etc... Prácticamente en la actualidad todas ellas beben de la "entrega de primer orden" (sería el término aproximado de "tradición clásica": trado "confiar, entregar" y clásica "de primer orden, referencia") llegando a ser uno de los referentes e inspiración de todos los artistas: sus mitos, relatos, su labor, su fuerza y majestuosidad han sido reconocidas en todas partes del mundo, de ahí que se haya ganado ese calificativo.
Se podrían hacer muchísimos estudios detallados sobre cualquier faceta y nos llevaría una vida poder comentar tantísimas obras empapadas de ella.
Nosotros lo que haremos hoy será un estudio comparativo partiendo del mito de Acis y Galatea observando cómo ha influído tanto en la poesía como en la música; y veremos también otra figura muy recurrida como es Penélope.

En la mitología griega hay dos leyendas protagonizadas por dos Galateas diferentes. La más conocida y la que nos va a interesar en esta oportunidad es la de Galatea y Acis y el cíclope Polifemo, tercero en discordia.

Galatea era hija de Nereo (hijo de Ponto y Gea) y de una divinidad marina siciliana. La joven era muy hermosa y totalmente blanca y habitaba en el mar calmo. Polifemo, el cíclope (hijo de Poseidón y de la ninfa Toosa, monstruo gigante con un sólo ojo) estaba muy enamorado de Galatea, pero ella no le correspondía.

El corazón de Galatea pertenecía al bello Acis, hijo del dios Pan (dios de los pastores y rebaños) y una ninfa. Una vez que los amantes se encontraban descansando a la orilla del mar, Polifemo los descubrió. Acis intentó huir, pero el furioso monstruo le lanzó una enorme roca y lo aplastó.

Galatea muy triste, acudió a la naturaleza de su madre Toosa y lo convirtió en un río de límpidas aguas que llevó su mismo nombre.

Según algunas versiones, después Galatea estuvo con Polifemo y de esta unión nacieron Gálata, Celto e Ilirio, epónimos de los pueblos de los gálatas, los celtas, y los ilirios respectivamente.

En otras tradiciones, Galatea pertenecía en cuerpo, alma y corazón al imponente Polifemo, pero Acis se enamoró de ella. Cuando el cíclope descubrió tal cosa, celoso y encolerizado intentó matarlo lanzándole unas rocas, pero antes de que lo pudieran alcanzar, Acis se transformó en río y así evitó la tragedia.

Fragmento de "Polifemo y Galatea" de Luis de Góngora (1613)

Ninfa, de Doris hija, la más bella,
Adora, que vio el reino de la espuma.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
El terno Venus de sus Gracias suma.
Son una y otra luminosa estrella
Lucientes ojos de su blanca pluma:
Si roca de cristal no es de Neptuno,
Pavón de Venus es, cisne de Juno.

Purpúreas rosas sobre Galatea
La Alba entre lilios cándidos deshoja:
Duda el Amor cuál más su color sea,
O púrpura nevada, o nieve roja.
De su frente la perla es, eritrea,
Émula vana. El ciego dios se enoja,
Y, condenado su esplendor, la deja
Pender en oro al nácar de su oreja.

Invidia de las ninfas, y cuidado
De cuantas honra el mar deidades, era;
Pompa del marinero niño alado
Que sin fanal conduce su venera.
Verde el cabello, el pecho no escamado,
Ronco sí, escucha a Glauco la ribera
Inducir a pisar la bella ingrata,
En carro de cristal, campos de plata.

Marino joven, las cerúleas sienes,
Del más tierno coral ciñe Palemo,
Rico de cuantos la agua engendra bienes,
Del Faro odioso al promontorio extremo;
Mas en la gracia igual, si en los desdenes
Perdonado algo más que Polifemo,
De la que, aún no le oyó, y, calzada plumas,
Tantas flores pisó como él espumas.

Huye la ninfa bella: y el marino
Amante nadador, ser bien quisiera,
Ya que no áspid a su pie divino,
Dorado pomo a su veloz carrera;
Mas, ¿cuál diente mortal, cuál metal fino
La fuga suspender podrá ligera
Que el desdén solicita? ¡Oh cuánto yerra
Delfín que sigue en agua corza en tierra!

Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece,
Copa es de Baco, huerto de Pomona:
Tanto de frutas ésta la enriquece,
Cuanto aquél de racimos la corona.
En carro que estival trillo parece,
A sus campañas Ceres no perdona,
De cuyas siempre fértiles espigas
Las provincias de Europa son hormigas.

A Pales su viciosa cumbre debe
Lo que a Ceres, y aún más, su vega llana;
Pues si en la una granos de oro llueve,
Copos nieva en la otra mil de lana.
De cuantos siegan oro, esquilan nieve,
O en pipas guardan la exprimida grana,
Bien sea religión, bien amor sea,
Deidad, aunque sin templo, es Galatea.

"Naturaleza muerta" de Mecano

No ha salido el sol
y Ana y Miguel
ya prenden llama.

Ella sobre él,
hombre y mujer
deshacen la cama.

Y el mar que está loco por Ana
prefiere no mirar.
Los celos no perdonan
al agua, ni a las algas, ni a la sal.

Al amanecer
ya está Miguel
sobre su barca.

Dame un beso amor,
y espera quieta
junto a la playa.

Y el mar murmura en su lenguaje:
-¡Maldito pescador!
Despídete de ella,
no quiero compartir su corazón-.

Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Dicen en la aldea
que esa roca blanca es Ana.
Cubierta de sal y de coral
espera en la playa.

No esperes más niña de piedra.
Miguel no va a volver.
El mar le tiene preso
por no querer cederle a una mujer.

Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Incluso hay gente que asegura
que cuando hay tempestad,
las olas las provoca
Miguel luchando a muerte con el mar.

Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Y llorar, y llorar y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar por él.
Y llorar, y llorar, y llorar sobre el mar



Penélope, "la que teje y desteje", esposa de Odiseo que espera su llegada durante años a que regrese de la Guerra de Troya.

"Penélope" de Joan Manuel Serrat

Penélope,
con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope
se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico.

Dicen en el pueblo
que un caminante paró
su reloj
una tarde de primavera.
"Adiós amor mío
no me llores, volveré
antes que
de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí
volveré a por ti..."

Pobre infeliz
se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril
cuando se fue tu amante.
Se marchitó
en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce en la calle Mayor
para Penélope.

Penélope,
tristes a fuerza de esperar,
sus ojos, parecen brillar
si un tren silba a lo lejos.
Penélope
uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar,
para ella son muñecos.

Dicen en el pueblo
que el caminante volvió.
La encontró
en su banco de pino verde.
La llamó: "Penélope
mi amante fiel, mi paz,
deja ya
de tejer sueños en tu mente,
mírame,
soy tu amor, regresé".

Le sonrió
con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
"Tú no eres quien yo espero".
Y se quedó
con el bolso de piel marrón
y sus zapatitos de tacón
sentada en la estación.



"En el muelle de San Blas" de Maná

Ella Despidió A Su Amor
El Partió En Un Barco En El Muelle De San Blas
Él Juró Que Volvería
Y Empapada En Llanto Ella Juró Que Esperaría..
Miles De Lunas Pasaron
Y Siempre Ella Estaba En El Muelle
Esperando..
Muchas Tardes Se Anidaron
Se Anidaron En Su Pelo
Y En Sus Labios

Llevaba El Mismo Vestido
Y Por Si Él Volviera No Se Fuera A Equivocar.
Los Cangrejos Le Mordían
Su Ropaje, Su Tristeza Y Su Ilusión..
Y El Tiempo Se Escurrió
Y Sus Ojos Se Le Llenaron De Amaneceres
Y Del Mar Se Enamoró
Y Su Cuerpo Se Enraizó
En El Muelle

Sola
Sola En El Olvido
Sola
Sola Con Su Espíritu
Sola
Sola Con Su Amor El Mar
Sola
En El Muelle De San Blas

Su Cabello Se Blanqueó
Pero Ningún Barco A Su Amor Le Devolvía,
Y En El Pueblo Le Decían
Le Decían La Loca Del Muelle De San Blas.
Y Una Tarde De Abril
La Intentaron Transladar Al Manicomio;
Nadie La Pudo Arrancar
Y Del Mar Nunca Jamás La Separaron.

Sola
Sola En El Olvido
Sola
Sola Con Su Espíritu
Sola
Sola Con Su Amor El Mar
Sola
En El Muelle De San Blas

Sola En El Olvido
Sola Con Su Espíritu
Sola Con Su Amor El Mar

Sola
Sola En El Olvido
Sola
Sola Con Su Espíritu
Sola
Sola Con Su Amor El Mar
Sola
En El Muelle De San Blas

Se Quedó
Se Quedó
Sola, Sola
Se Quedó
Se Quedó
Con El Sol Y Con El Mar
Se Quedó Ahí
Se Quedó Hasta El Fin
Se Quedó Ahí
Se Quedó En El Muelle De San Blas

Sola, Sola, Sola

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