domingo, 18 de enero de 2009

Pintura flamenca. El Bosco

Cada vez que voy al Prado me encanta quedarme embobado contemplando las pinturas de las salas del Flamenco. Sin duda alguna, es la pintura más agradable de ver por sus colores tan abigarrados y vivos, enseguida llama la atención. Luego es muy atractiva al espectador por sus historias y mejor dicho, sus pequeñas historias, uno ejemplo de ellos es El jardín de las Delicias donde la pincelada es un pequeño relato.
Biografía:
(Hieronymus Bosch; Hertogenbosch, actual Países Bajos, h. 1450-id., 1516) Pintor holandés. Debe su nombre a su ciudad natal, en la que al parecer permaneció durante toda su vida. Fue hijo y nieto de pintores, por lo que su educación tuvo lugar probablemente en el taller familiar, y realizó un matrimonio ventajoso, que le permitió vivir desahogadamente, entregado a su vocación por la pintura, que le reportaría un gran éxito. No muchos años después de su muerte, personalidades como el rey Felipe II fueron coleccionistas fervorosos de sus obras, que se hallan repartidas por todo el mundo y de las que existe una excelente muestra en el Museo del Prado.

Aunque se desconoce la cronología de su producción artística, se cree que pertenecen a la primera época sus obras más convencionales, como El charlatán o La crucifixión. En el centro de su carrera se sitúan sus realizaciones más famosas, una serie de creaciones abarrotadas de figuras, completamente al margen de la iconografía de la época, ambientadas en paisajes imaginarios y repletas de elementos fantásticos y monstruosos, tales como demonios o figuras medio humanas y medio animales, que conviven con figuras diáfanas y paisajes tranquilos y encantadores.

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