sábado, 17 de octubre de 2009

Feijoo y sus Cartas eruditas

Fray Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro (Casdemiro, Orense, 8 de octubre de 1676 – Oviedo, 26 de septiembre de 1764). Ensayista, sabio, filósofo, hombre preocupado por el saber y la ciencia,polígrafo español del siglo XVIII.

Estudió en Salamanca y ganó por oposición una cátedra de Teología en la Universidad de Oviedo, en donde residió desde 1709 hasta el fin de sus días, si bien se había ordenado sacerdote en el monasterio de San Juan de Samos (Lugo). Desde muy joven perteneció a la orden de San Benito de Nursia o benedictina y había dado clases en Galicia, en León y en Salamanca. Feijoo es considerado el primer ensayista de la literatura española y uno de los más famosos miembros (junto con Mayans) de la que es considerada la Primera Ilustración Española (desde 1737 hasta poco después de la muerte de Fernando VI), tras una primera etapa de pre-ilustración representada por los novatores: un grupo constituido fundamentalmente por médicos y cuyas obras se reimprimieron sin pausa a lo largo de todo el siglo XVIII.

En el día de hoy, nos ocuparemos de una de sus "Cartas eruditas", en concreto de algunos extractos de la carta XVI de su tomo II "Causas del atraso que se padece en España en orden a las Ciencias Naturales". Me parece muy interesante el punto de vista de este gran ensayista y reformista que trató de impulsar nuestro país desde la educación.

Carta XVI
"Causas del atraso que se padece en España en orden a las Ciencias Naturales"


1ª El corto alcance de algunos profesores. «Precisados a saber siempre poco, no por otra razón sino porque piensan que no hay más que saber sino aquello poco que saben... Que apenas pueden oír sin mofa y carcajada el nombre de Descartes, y si les preguntan qué dijo o qué opiniones nuevas propuso al mundo, no saben, ni tienen qué responder... La máxima de que a nadie se puede condenar sin oírle es generalísima; pero estos escolásticos de quienes hablo, no sólo fulminan sentencia sin oír al reo, mas aun sin tener noticia del cuerpo del delito... ¿Puede haber más violenta y tiránica transfiguración de todo lo que es justicia y equidad? A cualquiera de estos profesores, que con aquello poco que aprendieran en el aula están muy hinchados, con la presunción de que saben cuanto hay que saber en materia de Filosofía, se puede aplicar aquello del Apocalipsis: Quia dicis, quod dives sum et locupletus et nullius egeo: et nescis, quia tu es miser et miserabilis, et pauper, et cecus, et nudus.»

2.ª «La preocupación que reina en España contra toda novedad, porque las novedades en punto a doctrina son sospechosas. Las doctrinas nuevas en las ciencias sagradas son sospechosas... pero extender la ojeriza a cuanto parece nuevo en aquellas facultades que no salen del recinto de la naturaleza, es prestar con un despropósito patrocinio a la obstinada ignorancia. Mas sea enhorabuena sospechosa toda novedad; a nadie se condena por meras [355] sospechas: conque estos escolásticos nunca pueden escapar de injustos.»

3.ª «El errado concepto de que cuanto nos presentan los nuevos filósofos se reduce a unas curiosidades inútiles... ¿Cuál será más útil: explorar en el examen del mundo físico las obras del Autor de la naturaleza, o investigar en largos tratados del Ente de Razón y abstracciones lógicas y metafísicas, las ficciones del humano entendimiento? Aquello, naturalmente, eleva la mente a contemplar con admiración la grandeza y sabiduría del Criador; esto la detiene como encarcelada en los laberintos que ella misma se fabrica.»

4ª «La diminuta o falsa noción que en España tienen muchos de la filosofía moderna, junta con la bien o mal fundada preocupación contra Descartes. Ignoran casi enteramente lo que es la nueva filosofía, y cuanto se comprende debajo de este nombre, juzgan que es parto de Descartes.»

5ª. «Un celo, pío sí, pero indiscreto y mal fundado: un vano temor de que las doctrinas nuevas en materia de Filosofía traigan algún perjuicio a la Religión. Los que están dominados de este religioso miedo, por dos caminos recelan que suceda el daño: o ya porque las doctrinas filosóficas extranjeras vengan envueltas en algunas máximas que, o por sí, o por sus consecuencias se opongan a lo que nos enseña la fe; o ya porque haciéndose los españoles a la libertad con que discurren los extranjeros (los franceses v. g.) en las cosas naturales, pueden ir soltando la rienda para razonar con la misma en las cosas sobrenaturales... Ni uno ni otro hay apariencia de que suceda... Abundamos en sujetos hábiles y bien instruidos en los dogmas, que sabrán discernir lo que se opone a la fe, de lo que no se opone y prevendrán al Santo Tribunal... para que aparte del licor la ponzoña, o arroje la ceniza al fuego, dejando intacto el grano... Es ignorancia creer que en todos los reinos donde domina el error, se comunica su veneno a la Física. En Inglaterra{1} reina la filosofía newtoniana. Isaac Newton fue también hereje, como lo son, por lo común, los [356] demás habitadores de aquella isla; con todo, en su filosofía no se ha hallado hasta ahora cosa que se oponga ni directa ni indirectamente a la verdadera creencia... La Teología y la Filosofía tienen bien distinguidos sus límites.»

6.ª «La emulación (acaso se le podría dar peor nombre), ya personal, ya nacional, ya faccionaria... En algunos pocos es puramente nacional; aún no está España convalecida en todos sus miembros de su ojeriza contra la Francia... Permítase a los vulgares, tolérese a los idiotas tan injusto ceño, pero es insufrible en profesores de ciencias... ¿Pues qué si llega a saber (un envidioso pedante que pinta) que Leibnitz, Boyle y Newton fueron herejes? Aquí es donde prorrumpe en exclamaciones capaces de hacer temblar las pirámides egipcias. Aquí es donde se inflama el enojo cubierto con la capa de celo. --¿Herejes? ¿Y estos se citan o se hace memoria para alguna cosa de unos autores impíos, blasfemos, enemigos de Dios y de su Iglesia? --¡Oh mal permitida libertad! ¡oh mal paliada envidia! podría acaso exclamar yo. ¡Oh ignorancia abrigada de la hipocresía!... No ignoran ni pueden ignorar, siendo escolásticos, que Santo Tomás citó muchas veces con aprecio, en materias físicas y metafísicas, como autores de particular distinción a Averroes y Avicena, notorios mahometanos, ya confirmando con ellos su sentencia, ya explicándolos cuando se alejaban por la opuesta. Preguntaré ahora a estos escolásticos si se tienen por más celosos de la pureza de la fe que Santo Tomás, y si los mahometanos son más píos o menos enemigos de la Iglesia que los luteranos y calvinistas... Su mismo príncipe, su adorado jefe Aristóteles, ¿tuvo mejor creencia que Leibnitz, Boyle y Newton?... Esto, bien entendido, viene a ser escudar la religión con la barbarie, defender la luz con el humo, y dar a la ignorancia el glorioso atributo de necesaria, para seguridad de la fe.»

En este caso, he tratado de reflejar los principales motivos por los cuales Feijoo cree que sufrimos ese atraso, pero si uno lee toda la carta (es bastante más extensa) podrá observar la gran cultura de este hombre y el combate que mantiene con la sociedad de su época en cuanto a la ignorancia que padecía el pueblo, donde reinaba además la superstición, aversión y temor a lo nuevo.
Feijoo habla de numerosos casos en la historia de personas adelantadas a su tiempo en muchas materias, personas que fueron denostadas y marginadas debido al rechazo que sentía la sociedad por las innovaciones y progresos.
Esto lleva ocurriendo desde tiempos inmemoriales: Sócrates fue repudiado por su pueblo por criticar los dioses tradicionales, Tucídides fue valorado mucho más tarde y muy criticado por sus coetáneos (siendo el primer historiador tal como lo conocemos hoy día) e incluso los mismos romanos tenían la expresión “res novae” la cual tenía una connotación negativa que incluso llegó a nuestro castellano en forma de refrán “más vale lo conocido que lo bueno por conocer”.
Como hemos dicho anteriormente, nombra a una serie de autores que han contribuido a que algunas de las creencias prosperasen tales como la astronomía con Aristarco (quien calculó el ángulo entre el sol y la luna), Galileo y su afirmación de que el planeta Júpiter tiene 4 satélites, así como otros autores que hicieron aportaciones en Física o Aritmética. Todos tienen algo en común y es que fueron ignorados por sus conciudadanos, tanto sus teorías como aquellos instrumentos útiles para las artes que se inventaron.
La Universidad carecía del mínimo ambiente científico y se precisaba de una formación incluso de vocabulario, labor que comienza en el siglo XVIII, para la difusión de las nuevas ideas y alejar el oscurantismo que sufría tal terminología.

Sin duda alguna, fue un gran humanista y quizá posiblemente vino a predecir los motivos por los cuales estaremos a la cola de Europa. Si hoy día levantara la cabeza y observara la gran crítica que existe a los estudios clásicos así como la poca aportación que existe por parte del gobierno español en aumentar presupuestos en cuanto a ciencia e investigación, moriría una vez más pero de pena.

Saludos

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