lunes, 26 de octubre de 2009

Paganini "il grande maestro" y "violinista diabólico"

Me encanta el violín. Siempre me gustaron las cosas complejas, todo aquello que no es simple. También he de reconocer que constantemente soy un vago redomado, podríamos decir, de tal forma que sí, es cierto, me atraen esas complejidades pero me canso al notar que me pueden llevar mucho tiempo.
Ya hice notar en su día lo maravilloso de este instrumento publicando el artículo de Vanessa Mae, una gran violinista por excelencia. Nos podríamos haber ocupado en esta ocasión de Stradivarius y su leyenda; pero finalmente hoy tocamos el origen del violín así como un gran maestro en este noble arte: Paganini.

Precedentes de este instrumento se encuentran en muchas zonas del planeta, los más rudimentarios "antepasados" del violín son los arcos (entre las etnias chaqueñas aún se encuentra el uso de un par de pequeños arcos, uno de ellos -el mayor- es sostenido con la boca del ejecutante, mientras que el mismo ejecutante mueve el arco más pequeño con una de sus manos y así frota con las cuerdas del más pequeño de los arcos las cuerdas del mayor de los arcos ). También podemos encontrar el ArHu (Ar - Dos y Hu - pueblos del norte en recuerdo de su origen mongol)en oriente, y su familia HuQin en la que no existe diapasón quedando sus dos unicas cuerdas al aire y pasando la crin entre estas dos. Sin embargo la "genealogía" que lleva al violín actual es más compleja, se encuentra en el frotamiento de las cuerdas del laúd y el rebab—y su versión europea, el rabel-, instrumentos difundidos en la Europa mediterránea durante la expansión medieval de los árabes, en Italia a partir del rebab surgen los antecedentes más evidentes tanto del violín como de la llamada viola de gamba, son tales precedentes la viela (originalmente llamada rebec, y también denominada fídula) y la lira da braccio ésta ya muy semejante a un violín primitivo aunque con el diapasón separando los bordones. Es en el s XVI que aparece el violín propiamente dicho, aunque con algunas diferencias respecto a la mayoría de los violines que se vienen fabricando desde el s XIX. La tapa superior se hace de madera de pino, y la inferior de arce, estas maderas eran las usadas por los grandes fabricante. El arco ha sufrido muchas modificaciones. El modelo actual data del siglo XIX, cuando se le dio una curvatura que antes no tenía. Incluso era convexo en los modelos mas primitivos.

Aunque en el s XVII el violín (violino) se encontraba bastante difundido en Italia carecía de todo prestigio (el laúd, la vihuela, la viela, la viola da gamba, la guitarra, la mandolina eran mucho más considerados). Sin embargo Claudio Monteverdi es uno de los que descubre la posibilidad de las calidades sonoras del violín y es por ello que le usa para complementar las voces corales en su ópera "Orfeo" (1607), desde entonces el prestigio del violín comienza a crecer. Hacia esa época comienzan a hacerse conocidos ciertos fabricantes de violines (llamados aún luteros o lauderos o luthiers ya que inicialmente se dedicaron a la fabricación de laúdes), así se hacen conocidos Gasparo Bertolotti de Saló o Giovanni Maggini de Brescia o Jakob Steiner de Viena, sin embargo una ciudad se hará celebérrima por sus lauderos especializados en la confección de violines: Crémona, en efecto, de Crémona son los jústamente afamados Andrea Amati, Giuseppe Guarneri y Antonio Stradivari (apellidos en muchos casos más conocidos en su forma latinizada: Amatius, Guarnerius, Stradivarius). Es a partir de entonces, y sobre todo con el barroco que se inicia la Edad de Oro (al parecer de allí en más perpetua) del violín.

Desde entonces el violín se ha difundido por todo el mundo, encontranse incluso como "instrumento tradicional" en muchos países no europeos desde América hasta Asia. Especial atención ha recibido en la musica árabe , en el que el ejecutante lo toca apoyado en la rodilla cual si fuera un violoncelo, y en la musica celta irlandesa donde el instrumento recibe el nombre de fiddle (derivado del italiano fidula) y sus músicas derivadas como, en cierto grado, el country.

Niccolò Paganini:

El 27 de octubre de 1782 nació en Génova una de las figuras más emblemáticas de la música clásica, se trataba de Niccolo Paganini. Su singular personalidad, su especial talento musical y la leyenda que giró en torno a su figura han sido el origen de, al menos, 30 estudios biográficos. Y como toda gran figura de las artes, estuvo rodeada de cierto halo misterioso que lo hace aún más grande.

La leyenda empieza a los 5 años, parece ser que en una de las ensoñaciones de su madre aparece el demonio y le comunica que su hijo Niccolo será un famoso violinista. A partir de ese momento su padre le obligó a practicar diariamente al menos 10 horas.

Fue un niño prodigio, su padre le envió al maestro Alessandro Rolla para que le enseñara el arte musical, pero éste, tras escuchar un concierto del pequeño, no pudo por menos que decirle: “... no tengo nada que enseñarte”.

A los 41 años dio un concierto en La Scala, que siguió de once más durante las seis semanas siguientes, viajó por gran número de ciudades europeas ofreciendo numerosos conciertos; cuando su fama alcanzó la cima, incrementó sus honorarios en cuatro o cinco veces, lo cual le generó una fama de avaro, que no es del todo exacta, pues en cierta ocasión extendió un cheque a Berlioz, a quien acababa de conocer, por valor de veinte mil francos, para ayudarle a salir de su penuria económica.

A pesar de la gran fortuna que consiguió amasar en pocos años, continuó vistiendo con pantalones negros y abrigos largos y deshilachados, lo cual dio origen a un perfil inconfundible.

Era tan extraordinaria su habilidad con el violín que corría la leyenda que la había alcanzado por medios no naturales, se rumoreaba que en cierta ocasión había matado a un rival, siendo condenado por ello a presidio y que allí había vendido su alma al diablo a cambio de conseguir estas dotes tan portentosas.

Esta leyenda guarda un gran paralelismo con Mefistófeles, uno de los personajes de Fausto, creación del genial Goethe. Otra leyenda afirmaba que hallándose encarcelado, por haber matado a su amante, interpretó bellas composiciones en su celda con tan sólo una cuerda de su “Guarneri”, por habérsele roto las tres restantes, complejos fragmentos violinísticos.

A pesar de ser “feo, descuidado y trasudado”, como lo describe uno de los críticos de la época, su fuerte personalidad atrajo a numerosas damas, entre sus amantes figuran Paulina y Elisa, las hermanas del emperador Napoleón Bonaparte, y bailarinas como Antonia Bianchi, que fue madre de su hijo Aquiles.

Su dedicación musical llevó siempre pareja su vida pendenciera y alocada y una afición por el juego que rozaba la ludopatía. Se cuenta que en varias ocasiones llegó a apostar su preciado violín.

Pocos músicos han causado tanto furor en su vida y han llevado a cabo un dominio de la técnica como lo hizo Paganini, a ello contribuyó enormemente su gran flexibilidad articular, el Dr. Bennati lo atendió durante años e informó de algunos detalles de gran interés:

“... su mano tiene una gran elasticidad, al igual que su hombro y su codo...”

observó que cuando tocaba su codo cruzaba por encima del otro codo; la flexibilidad de Paganini era tan grande que la uña del dedo pulgar llegaba a tocar el dorso de su mano, esta hiperlaxitud le permitía tocar tres octavas con poco esfuerzo. Se sabe que voluntariamente podía flexionar lateralmente la articulación de sus falanges distales; en varias ocasiones fue preguntado acerca de su mágico secreto, a lo cual el genial compositor siempre respondía que lo revelaría cuando se retirara. Desgraciadamente se llevó tan codiciado secreto con él, sin duda sus prodigiosas dotes interpretativas se debieron a un trastorno del tejido conectivo como ahora veremos.

Sus contemporáneos lo describen como un ser cadavérico, de ojos negros, piel blanca como la cera, pelo largo y negro, nariz prominente y estatura media; la coloración de la piel adoptaría, algunos años después, un tinte gris plateado, debido al tratamiento mercurial que recibió para la sífilis. Dicho tratamiento también fue el responsable de la pérdida de las piezas dentarias y de las molestias estomacales que acompañaron al compositor a lo largo de sus últimos años.

El síndrome de Marfan es el trastorno más frecuente del tejido conectivo, caracterizado por una alteración del metabolismo del colágeno, entre sus manifestaciones musculoesqueléticas se encuentran la aracnodactilia, la desproporción esquelética y una elevada estatura. Como ya hemos citado, Paganini era de estatura mediana, en cuanto a la aracnodactilia, en el Museo del Conservatorio de París se guarda un molde de la mano de Paganini, el cual es de forma y dimensiones normales, su dedo índice mide 10.1 cm y su dedo pulgar, en extensión, 6.7 cm. Estos hechos hacen poco probable que el compositor sufriera una enfermedad de Marfan.

El síndrome de Ehlers-Danlos se caracteriza por existir laxitud e hipermovilidad articular, con mayor capacidad de estiramiento, características que poseía Paganini. Este síndrome comprende, al menos, 11 tipos diferentes, dado que Paganini vivió durante 58 años, es poco probable que presentase el tipo IV, caracterizado por acortamiento de la longevidad y por presentar menor extensibilidad. Probablemente el músico italiano sufrió un tipo III, caracterizado por ser benigno y porque la gran laxitud articular no se suele acompañar de excesivas deformidades esqueléticas.

De forma gradual fue perdiendo su voz y permaneció afónico durante los dos últimos años de su vida, entre los diagnósticos diferenciales se barajan la laringitis tuberculosa y la lesión del nervio recurrente secundaria a un aneurisma aórtico; en cualquier caso, falleció en Niza el 27 de mayo de 1840.

La fama de endemoniado persiguió a Paganini hasta la muerte, pues el obispo de Niza le negó sepultura eclesiástica, al haberse negado a recibir la Extremaunción los días previos a su fallecimiento por pensar que todavía no había llegado su hora. Su cuerpo fue embalsamado durante dos largos meses y posteriormente, por espacio de un año, fue depositado en el sótano de la casa de su hijo, finalmente fue enterrado en el lazareto de Villefranche, pero aquí no terminaría la peregrinación, ya que años después sería trasladado a otros cementerios, hasta alcanzar el de Parma, en donde reposa actualmente.

El excentricismo de Paganini y su “endiablada” habilidad propiciaron que muriera sin fundar ninguna escuela musical.

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